El 25 de marzo es, sin ninguna duda, una de las fechas más cargadas de significado y potencia simbólica para los trabajadores de prensa de Argentina en general y de Mar del Plata en particular.
En primer lugar, se trata del Día del Trabajador de Prensa en homenaje a aquel 25 de marzo de 1944 en que el Secretario de Trabajo y Previsión de la Nación, coronel Juan Domingo Perón, sancionó el Decreto 7618/44 que luego sería ratificado en 1946 por el mismo Perón (como Presidente electo) a través de la promulgación de la Ley 12.908, más conocida como «Estatuto del Periodista Profesional».
Asimismo, también un 25 de marzo pero de 1977 fue secuestrado en Capital Federal el compañero Rodolfo Walsh, un día después de publicar su «Carta abierta de un escritor a la Junta Militar» donde denunciaba las atrocidades políticas, económicas y sociales de la dictadura cívico-militar.
Exactamente un año antes del secuestro de Walsh, el 25 de marzo de 1976, nuestra ciudad y nuestro gremio sufría el secuestro del compañero Amílcar González, en funciones como Secretario General del Sindicato de Prensa y durante una audiencia en el Ministerio de Trabajo.
Aunque para algunos escépticos pueda tratarse de una coincidencia en el calendario, nosotros entendemos que el 25 de marzo pone en evidencia una disputa que sigue vigente sobre los derechos de los Trabajadores de Prensa en Argentina y la importancia de la organización sindical.
El Estatuto del Periodista Profesional fue una verdadera herramienta de vanguardia: basada en los postulados surgidos del Congreso de Periodistas realizado en 1938 en Córdoba, y decretada 18 meses antes de finalizar la II Guerra Mundial, Argentina dio un paso al frente ante un mundo que no tenía en su agenda el resguardo de los derechos de trabajadores de Prensa ni apostaba a la protección de nuestra profesión.
Pero, además, ese Estatuto tenía un objetivo muy claro: fortalecer la organización sindical de los trabajadores de Prensa. Así lo dejó en claro un 27 de abril de 1949 el entonces Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, al disertar en el Sindicato Argentino de Prensa:
«En la Secretaría de Trabajo y Previsión una de las primeras cosas que estudiamos fue el Estatuto del Periodista. Sabíamos que no hacíamos lo mejor. Nosotros no queremos hacer lo mejor; queremos hacer simplemente lo bueno porque, a menudo, lo mejor suele ser enemigo de lo bueno y por hacer lo mejor uno termina por no hacer nada. Ese Estatuto, que salió de la Secretaría de Trabajo y que regularizó la situación de miles de periodistas del país, ha ido progresando paulatinamente como deben ser los progresos sociales».
Ese progreso que auspiciaba Perón se materializó en Mar del Plata en 1975 cuando, tomando como base el Estatuto del ‘44, nuestro compañero Amílcar González redactó el Convenio Colectivo de Trabajo 346/75 que rige hasta el día de hoy nuestra actividad profesional en nuestra ciudad. Pasando «de lo bueno a lo mejor», el C.C.T. es superador al Estatuto, por ejemplo, en cuanto a la jornada laboral (que pasa de ser «no mayor de 36 horas semanales» a ser «hasta 6 horas diarias continuas y no más de 30 horas semanales») o en el pago de horas extras y la incorporación de licencias extraordinarias.
Precisamente, la importancia de cuadros como Amílcar González y Rodolfo Walsh, que se avocaron a la tarea de fortalecer la organización gremial y lograr conquistas fundamentales para los trabajadores, se comprende en forma cabal al observar el destino de aquellos compañeros: Secuestro, desaparición, tortura, exilio y asesinato.
En aquel discurso del 27 de abril de 1949, Perón también advertía: «Algunos sindicalistas creen que pedir todos los días un aumento los prestigia, pero resulta que lo prestigia dos o tres veces y cuando fracasa una sola vez pierde todo el prestigio que pudo haber adquirido en las veces anteriores. Tampoco se puede obligar al dirigente gremial a que libre todos los días una batalla, porque así se destruye en poco tiempo, y el sindicato sufre extraordinariamente con la derrota o la caída de las personas que forman sus cuadros directivos».
La prudencia estratégica de Perón y la importancia de proteger a los gremios venían de la mano de aquella valiosa herramienta (mejorable, como hemos visto) del Estatuto, pero necesitaba de dirigentes que la protegieran de los embates de ciertos sectores económicos y sociales.
Detrás del Día del Trabajador de Prensa, entonces, hay una historia de conquistas que no fueron simples pero que gozan todavía de una absoluta vigencia. Por eso, cuando afirmamos que no estamos dispuestos a rifar ese Legado, lo hacemos entendiendo todos los riesgos que se corren: desde la infamia y el desprestigio disfrazado de opinión objetiva de ciertos grupúsculos, hasta las calamidades que sufrieron nuestros compañeros en tiempos de dictadura.
Sucede que elegimos recoger otro fragmento del discurso de Perón ante el Sindicato Argentino de Prensa, donde exigía: «Ustedes tienen que hacerse de la personalidad que subordina ese Yo a las necesidades del Nosotros, para poder conformar una asociación profesional unida, fuerte y con continuidad».
En este Día del Trabajador de Prensa, desde el Sindicato de Prensa de Mar del Plata insistimos en defender tanto nuestras herramientas para proteger a los compañeros en cada puesto de trabajo, como el legado de nuestros dirigentes, con la certeza absoluta de estar unidos, fuertes y con continuidad frente a los desafíos del presente y el futuro.